Caragabí soñó de nuevo que había agua en su mundo, por lo cual se convirtió pájaro y fue en busca del agua. Dentro de la concavidad de una peña, cerrada herméticamente con una puerta de piedra, Caragabí, diviso a una mujer (Gentzerá), bañándose con agua cristalina y de la cual surcaban hermosos peces de los cuales se alimentaba. Al observar esto Caragabí, súplico tres veces a Gentzerá que le diera un poco de agua, pero esta nunca le contestó. Indignado Caragabí, derribo la puerta y arrojo a Gentzerá de su palacio de agua, dividiéndola en dos partes, las cuales se convirtieron en hormigas negras. Para abastecer de agua al mundo, era necesario derribar aquel árbol o peñasco llamado Genené.
Construidas unas hachas de piedras, fue Caragabí con toda su gente a derribar a Genené, pero les sobrevino la noche sin haber logrado nada, por lo cual se fueron y regresaron al otro día; con tal sorpresa que el árbol no tenía ninguna señal de las incisiones del día anterior.
Animados por deseo de agua, comenzaron su labor de nuevo. Al llegar la noche, aún les faltaba mucho para derribar a Genené, pero Caragabí, frotando sus manos, produjo una luz clarísima, con la cual pudieron trabajar toda la noche. Al tercer día, acabaron de cortar el árbol. Pero Genené quedó enredado entre unos bejucos, los cuales no permitían que el agua saliera. Por lo cual Caragabí llamo a varios animalitos para que cortaran los bejucos. Pasaron dos micos, pero ninguno de ellos pudo. Luego subió una ardita, quien desenredó las ramas del árbol, logrando así que éste cayera y liberando el agua, que inundo toda la tierra, arrastrando todo lo viviente, excepto a Caragabí y a diez personas mas que se salvaron en una elevada peña donde no llego el agua. Un año duro la inundación, al final de la cual Caragabí envió varios pájaros, para averiguar si había quedado algún lugar para vivir, pero éstos se entretuvieron en el camino y olvidaron la orden de Caragabí.
Por lo cual Caragabí, escupió al suelo y cubrió su saliva con una totuma, y enseguida su saliva se convirtió en una paloma blanca, la cual informó a Caragabí lo que las anteriores aves mensajeras estaban haciendo y de un lugar donde podían vivir. Caragabí y las otras diez personas abandonaron la peña y se fueron al lugar indicado por la paloma.
De la inmensa concavidad de Genené procede el mar; de sus ramas los ríos, de sus brotes los riachuelos que corren por las quebradas; y de sus renuevos pequeños los charcos. El tronco de este árbol existe todavía, pero en un lugar desconocido para ellos. A sus cuatro lados hay otros, cuatro cirios encendidos de una piedra muy fina, que arderán hasta el fin del mundo y de los cuales se desbordará un río de fuego arrasando el mundo, el cual renovará la superficie de la tierra, la cual quedará hermosa y vendrá Caragabí a habitarla con todos sus moradores del cielo.
